Protegerse contra las estafas puede resultar un reto considerable. Son tan variadas en formas, narrativas y modelos, que empezar a enumerar todas y cada una es una tarea estéril e inútil; sin embargo, hay un patrón que todas comparten y en este artículo vamos a revisar esas banderas rojas (red flags) que nos indicarán que estamos ante un esquema que quiere apropiarse indebidamente de nuestro dinero.
Ganancias elevadas y fijas: Hay dos cosas que no existen en el mundo de las inversiones. La primera, es una inversión que te pueda garantizar un ingreso fijo y DIARIO, y la segunda, es que ese ingreso siquiera se acerque al 1%. ¿Te suena Warren Buffett? Es uno de los inversores más prominentes de la historia, una leyenda para aquellos que desean aprender a vivir de su capital, y que desde 1965 hasta el presente ha promediado retornos en sus inversiones estimados de hasta un 20% ANUALMENTE. Esta cifra es una forma sencilla de medir qué tan realista es una ganancia prometida, es que duplicar o triplicar una inversión en cortos periodos es simplemente un absurdo y una estrategia para engañar a los más ingenuos.
No hay una empresa real detrás de la “inversión”: Hoy en día, con algo de dinero y un abogado astuto, puedes tener una empresa en muchos países sin siquiera moverte de tu casa, pero eso no basta para ser una empresa tangible, menos una empresa que toma el dinero de otros para invertir. No sé si sabías esto, pero cualquier empresa que ofrezca un producto de inversión debe estar registrada ante el regulador financiero del país donde funda su iniciativa, además de ofrecer de forma periódica un estatus financiero así como someterse a auditorías con registros públicos de fácil acceso y validación por parte de sus usuarios. Estas empresas normalmente tienen financistas, abogados, analistas, programadores, entre un amplio etcétera, y aun así se pueden portar mal (si no me crees, investiga FTX). Ahora imagínate un proyecto que, cuando buscas la dirección de su empresa en Google Maps, das con una lavandería china en Queens. ¿Invertirías en algo así?
Se habla mucho, pero no se explica el negocio: La mayoría de las estafas actualmente son promocionadas con un fervor casi religioso. Es común ver que se van por frases trilladas como “tengamos fe”, “cambiaremos nuestras vidas”, “cumpliremos nuestros sueños”, pero nadie ofrece una explicación financiera y detallada del negocio, nadie ofrece balances, números, estados financieros, entre otros. Hay un hábito que debemos aprender de los grandes inversores: son muy calculadores. No les interesa un discurso bonito, quieren números, necesitan cifras, necesitan cosas tangibles para medir la viabilidad de un negocio. Te prometo algo: una estafa no aguanta una ronda estricta de preguntas, y los estafadores las evitan escrupulosamente.
Los referidos son más atractivos que el producto: Ya hablamos de que las ganancias que promete cualquier estafa normalmente desafían la lógica. Súmale a esto una comisión por cada persona que ayudes a entrar a la estafa. Piensa en esto cinco segundos: si te ofrecen 1% diario, más 10% de comisión de tus referidos, ya pierde sentido matemático. Cuando entra un nuevo referido e invierte $100, ésta no es la cantidad que entra en caja; de hecho, sólo son $90, pero en la plataforma aparecen reflejados $100 y sobre esta base se calculan los intereses. En otras palabras, desde el primer momento ya los números son irreales.
Si son tan evidentes, ¿por qué tantos caen? Normalmente, las víctimas de estafas son sujetos con poca educación financiera o incluso personas desesperadas por estar en aprietos en sus propias finanzas personales, en otras palabras, son personas vulnerables. Las dos únicas armas infalibles ante esto son una mente clara (racionalidad) y contar la suficiente educación (conocimiento) o preparación previa.
Solo alguien con desconocimiento financiero podría caer en la trampa de cifras inverosímiles que lo conviertan en millonario de la noche a la mañana. Una persona con la capacidad de dirigir convenientemente las emociones e impulsos, aunque no tenga una educación financiera sólida, también puede sospechar de alguien que parezca más un predicador que un inversor. Pensar en frío también te ayuda a no realizar inversiones que te quiten una noche o una vida de sueño.
Al final, debemos grabar a fuego una única idea: “nadie va a ofrecerte dinero gratis”. Si alguien, de forma repentina, te ofrece la clave de la riqueza fácil y sin hacer nada, detente y pregúntate: ¿Qué incentivo hay detrás de esta generosidad? Esto te ahorrará muchísimo dinero y quizá sea tu primer paso, para realmente convertirte en un prometedor inversor en un futuro próximo.