Cuando se envejece el tiempo pasa cada vez más rápido, lo que pensabas había ocurrido hace poco en realidad fue hace mucho, eso pensaba cuando caí en cuenta del tiempo que he estado de alguna manera relacionado con el mundo cripto y lo que me ha tocado ver.
Cuentos de persecuciones a mineros, de estafas Ponzi, de los charlatanes, falsos gurús vendedores de humo, de reguladores y autoridades sobre la materia, guisos y extorsiones, de víctimas y victimarios, ¿pero saben qué? Siempre ha sido así, no solo en el mundo cripto, he tenido la oportunidad de verlo en el mundo de la banca tradicional, en especial la llamada «offshore» que suele navegar por algunas islas del Caribe.
Cuando empezó todo esto del «trading» cripto, pasaba por mi mente el famoso personaje de una película de 1987, Gordon Gekko señalaba: «La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena; es necesaria y funciona. La codicia clarifica y capta la esencia del espíritu de evolución. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, en el amor, de dinero; es lo que ha marcado la vida de la humanidad.» ¿Ya saben cuál es la película? Wall Street.
Al releer el título, además de mencionarse la codicia, podrás percibir que el juego de palabras usadas de capitalismo, ética y espiritualidad se extrajeron de una obra de prácticamente obligatoria lectura para comprender estos fenómenos, «La ética protestante y el espíritu del capitalismo» de Max Weber, de la que si bien todo su contenido merece ser analizado, quedémonos en este momento únicamente con la idea de que «el tiempo es dinero» y que se identifica con otra famosa frase de Gekko que sirvió de título para la segunda parte: «El dinero nunca duerme«.
Personajes como Gekko, y lo que ellos representan, en ocasiones suelen ser presentados como la personificación de la maldad y el pecado, una suerte de Mefistófeles del dinero, nada menos que la avaricia, y cabe preguntarnos, ¿Es en realidad tan malo y pecaminoso perseguir el afán de hacer dinero? ¿Mucho dinero? ¿Cuánto es mucho dinero? Son interrogantes que nos han acompañado desde tiempos ancestrales, siendo necesario reflexionar sobre si no estaríamos indebidamente incurriendo en la falacia del falso dilema de que si se aspira y se obtiene mucho dinero no se es una persona bondadosa y que tales riquezas se estarían haciendo perjudicando a otros, trampa retórica que es utilizada también para la manipulación.
Ciertamente que el tiempo es dinero y que este no duerme, pero no solo este, no descansan las redes sociales, la información y desinformación, y tampoco la estupidez, la saña y la manipulación.
La codicia, el deseo, la acción de hacer y tener dinero, de generar riqueza no tiene que ser en sí malo y menos aún pecado, ya que como en un gran número de casos se observa, ello en modo alguno conlleva la explotación y daño a otros, por el contrario, sociedades en las que se generan riquezas pueden ayudar a emprender y encaminar a otros a hacerlo, y resultando muchos de estos multimillonarios también grandes filántropos que dan mucho más, y no estamos hablando aquí necesariamente solo de dinero, a sus comunidades, más incluso que aquellos que se rasgan las vestiduras.
Por supuesto que hay, y habrá, “traders” malvados y tramposos, como los hay también abogados, médicos, políticos y banqueros, a quienes hay que combatir y exigirles responsabilidad de sus actos, pero sin caer en trampas retóricas.
Las nuevas tecnologías como las plataformas de inversión y los nuevos modelos de negocio que se crean son nuevas dimensiones de interacción humana y que sacan lo mejor y peor de la gente, habrá quienes harán dinero, y mucho, de manera legítima, y ayudando a la sociedad, así como otros que por el contrario las utilizaran para el engaño, los que nos obliga a prepararnos en estas nuevas formas de interacción y en las lecciones de dimensión ética son esenciales.
Mientras tanto: “Bitcoin no duerme”.